Calles de Roma

Metisno luego de un largo viaje se encontraba en lo que parecía el lugar más pacífico desde el fenómeno de la luna roja, no parecía haber demonios al rededor y el ambiente parecía tranquilo y calmado, el joven peliazul no sabía si la paz en Roma sería eterna pero debía aprovecharla mientras esta existiera, Metisno tenía otro lugar en mente para visitar pero algo en su interior le dijo que era mejor esperarse, por ende se desvío de su objetivo principal y aunque tuvo que viajar un recorrido muy largo y observar cosas poco agradables que rodeaban Europa llegó a Roma, la gran capital Itálica donde había paz y sabía que este sería el lugar ideal para encontrar a algunos de los que serían los santos que lo acompañarían en la búsqueda de Atenea y en la lucha contra los demonios ya que únicamente recordaba la cara de un tipo algo apartado y extraño, pero Metisno sabía que ese tipo sería el nuevo santo de cáncer pues lo presentía en el cosmos de aquel extraño a quién habría visto alguna vez en un bosque cercano a lo que hubiese sido en algún momento el santuario, por otro lado sabía que ese tipo apartado así como los otros santos serían imprescindibles para acabar con los enemigos que pudiesen aparecer en cualquier lugar y en cualquier momento, aunque las cosas no marchaban muy bien Metisno tenía la esperanza de poder cambiar la situación, sabía que si esperaba en ese lugar llegaría alguien en cualquier momento, esperanzado en que fuese un santo para comenzar con el destino que le aguardaba desde que asumió la responsabilidad de ser el patriarca...

Este lugar parece algo solo, quizás sea el lugar perfecto para aclarar algunas ideas y encontrar una ruta del camino hacia el destino que me aguarda, debo comenzar a reunir santos, esta situación no puede continuar así

Pensaba Metisno mientras se ubicaba bajo una sombra esperando sentir algún cosmos y recordando los tres rostros que habría visto en Rodorio, teniendo casi la certeza absoluta de que esos tres tipos eran santos que lo acompañarían en algún momento en el viaje para encontrarse con Atenea...

Las calles de Roma, completamente abarrotadas de transeuntes, como rios de gente. Y entre tantas gentes estaba Nimbus, que caminaba felizmente metiendo la mano en uno y otro bolsillo, con una habilidad extraordinaria. Aunque apenas sacó para unos pantalones cuando hizo el recuento, y le apetecía un par de zapatos nuevos también,así que recurrió a su ingenio.

Se metió en un callejón, y allí creó distintas figuras de metal usando sus poderes, pajaros, barcos, incluso una miniatura del coliseo. Luego colocó los objetos en la calle y se sentó apoyado a una pared, junto a ellos. Pronto la gente se interesó, ya que el virtuosismo con el que fueron concebidas las pequeñas esculturas era grande, aunque para Nimbus no fué dificil, ya controlaba muy bien sus habilidades, y apenas necesitaba imaginar una forma para crearla.

Junto a su improvisado puestecillo se reunió un gran grupo de personas que preguntaban por el precio, Nimbus no puso un precio muy alto, de hecho , la gente se sorprendió de lo baratas que resultaban las figuras, y pronto comenzaron a coger figuras y a soltar monedas en las manos del chico.

-Gracias, gracias

La gente estaba muy satisfecha con la compra, algunos hablaban de un capricho, otros de regalos, y había incluso quién habló de arte.

-Lo importante,señoras y señores es que lo disfruten...

Dijo poniéndose en pie y comenzando a caminar, mientras el grupo le miraba. Su voz sonaba algo burlesca, y su mirada se volvió pícara.

-...porque las cosas de esta vida son muy efímeras, y debemos aprovecharlas antes de que se esfumen, ¿verdad?

Dijo internandose entre el gentío que caminaba, y perdiendose, justo entonces, las figuras que sostenian los pobres compradores se transformaron en humo,en un extraño humo plateado, se deshicieron entre sus manos, y desaparecieron como si nunca hubiesen existido, entonces la reacción del grupo fué bastante variada, los unos se mostraban sorprendidos, otros perplejos y algunos enfurecidos, incluso algunos se llegaron a asustar. Un hombre de este grupo salió corriendo hacia la muchedumbre entre la que se internó Nimbus, pero sin éxito, pues el joven ya estaba lejos de allí, se movia entre la gente con una agilidad felina, y al cabo, consiguió salir de allí, riendo y satisfecho por sus ganancias.

Pero mientras caminaba hacia la tienda donde vió los zapatos que tanto quería se quedó paralizado. No sabía que era. Sentía algún tipo de...¿energía? Podría decirse así, no sabía que era, pero le resultaba extraño a la par que familiar, como si una parte de él conociera esa energía que sentía. Miró a su alrededor, y al fin, encontró a un hombre que le llamó la atención, tenía el pelo azul y parecía preocupado. Nimbus lo observaba con curiosidad, y al fin, comprendió que la energía que sentía emanaba de él.

Metisno se encontraba arrecostado a un árbol, bajo una sombra esperando que algún acontecimiento produjera que Metisno se levantara de donde estaba, en un momento escuchó un alboroto no muy lejos de allí pero sabía que no debía preocuparse ya que no escuchó grito alguno en ese momento...

)- Hmm de verdad que Roma sigue siendo una ciudad tranquila, ¿será que me habré equivocado y no debería estar aquí?-(

Pensaba Metisno al no ver que ocurriese nada más, pero en solo un momento escuchó los pasos de alguien, y de repente sintió un cosmos, el cosmos no se sentía muy poderoso sin embargo fue capaz de hacer que Metisno reaccionara, el peliazul se levantó y también levantó su cabeza volteo a ver a su alrededor observando una figura, parecía un joven de cabello rojo aunque Metisno no estaba del todo seguro, el cosmos del pelirrojo no parecía ser peligroso y tampoco parecía ser maligno, Metisno vió algo bueno en aquel tipo y decidió acercarse mientras lo hacía observó que el pelirrojo era un joven parecía tener una edad similar a la de Metisno, este joven se encontraba mirando a Metisno y su cara tenía una expresión de sorprendida y algo curiosa a la vez...

-Disculpe, mi nombre es Metisno,¿cuál es tu nombre?

Decía Metisno reservándose algunas palabras para decirlas más adelante...

Por regla general, Nimbus era un chico muy desconfiado, pues había aprendido a sobrevivir en las calles de Roma, donde sólo podía confiar en sí mismo, por ello, y a pesar de que aquel hombre no le producía ninguna sensación de amenaza prefirió guardarse su nombre para más adelante si acababa creyendo finalmente en aquel tipo, limitándose a decirle su mote.

-Me llaman Nubarrón.

El chico gozaba de cierta fama entre los mercaderes, o más bien de infamia, pues usaba sus poderes para despistarlos y robarles, por lo que se ganó este sobrenombre

Analizaba a aquel hombre, Metisno según decía. Lo miraba de arriba a abajo.Parecía de buena familia, por lo que Nimbus no pudo comprender que se interesara en un chico cómo él, que vivía encima de un campanario y comía de lo que robaba, aunque fuese esta elección suya.

Pensó que quizá podía tratarse de algún perseguidor que trataba de raptarle por sus travesuras, pues no sería el primero, aunque, como se ha dicho ya, no sentía que Metisno fuese una amenaza.

-¿Acaso sabes algo de mí? ¿Me buscas por algún motivo? ¿Acaso eres....algún familiar ? Dijo con gran extrañeza, puesto que no dejaba de sentir que a una parte de él le resultaba familiar, y la única solución lógica que encontraba para esto es que se tratase de alguno de los familiares , aunque pronto se dió cuenta de que esto era una tonteria , pues habiendo sido abandonado tan pequeño sería completamente imposible que lo reconocieran 17 años después.

Metisno observaba al chico mientras decía que en esos lugares lo llamaban Nubarrón, Metisno entendía que nadie tuviera a suficiente confianza de entrada pero pensaba que en Roma eso pudiese haber sido diferente pero se equivocaba, cansado de perder el tiempo decidió ir al punto...

-Puede que te suene como una tontería o que quizás no entiendas de lo que hablo pero, la venida de alguien importante se acerca es una diosa, ella nos podrá guíar a la paz, mi trabajo es reunir a quienes formarán parte de su ejército, y siento en ti un potencial y que mereces formar parte de ese ejército, por cierto antes solían llamarme el Patriarca-

Decía Metisno esperando ver la reacción de Nubarrón, pensando que ese tipo lo creería loco, pero necesitaba saber que contaba al menos con un guerrero más a parte de él, a sabiendas de que el ejército o los ejércitos enemigos no serían fáciles de vencer...

)- espero que no me tome por loco, o que no intente nada estúpido-(

pensaba Metisno a la espera de una respuesta por parte de aquel joven que le diera un poco de tranquilidad para lo que se aproximaba...

A medida que Metisno hablaba la boca de y ojos de Nimbus se iban abriendo cada vez más y más, y luego comenzó a inclinar su cabeza hacia la izquierda, completamente asombrado por lo que decía el peliazul. No creia nada de lo que decía, diosas , ejercitos ¿Que diablos era todo ese rollo? ¿Le estaría tomando el pelo? Si esas eran sus intenciones lo estaba haciendo muy bien, porque hablaba con una preocupante seriedad.

-¿Pero qué...? Suena como si fueses el sacerdote de una secta o algo así. ¿Yo en un ejercito? ¿Y para una diosa?

Dijo en un tono que sonaba a burla, luego se dió la vuelta y comenzó a caminar en dirección opuesta, como el que se quiere quitar de encima a un loco.

-Lo siento pero todo eso es imposible. No tengo tiempo para cuentos de hadas, Metisno.

Esta vez su voz no sonó a burla, parecía más bien...¿frustrada? Sentía que en el fondo quería creer a Metisno.Imposible, sí, ciertamente todo aquello era imposible, pero lo imposible había ocurrido ya con él. Era un chico capaz de solidificar el aire en forma de metal. Y por si fuera poco una armadura con vida propia protegió a la misma persona que él intentaba proteger para luego desmontarse y cubrir todo su cuerpo, como si de arte de magia se tratase. Se juró que encontraría respuestas, y quizá ahora las tenía y no quería escucharlas...comenzó a caminar más lento, hasta que finalmente se detuvo, con un sonoro suspiro. Se giró y miró a Metisno.

-Está bien...sígueme, te enseñaré algo.

Y emprendió la marcha hacia el Nido , allí mostraría su armadura a Metisno. Y además le mostraría sus curiosas habilidades, si es que realmente tenía las respuesta a todas sus preguntas. Se decidió a llevarlo a su escondite secreto, realmente le transmitía confianza ese hombre, pues jamás llevó a nadie más.

-Mi nombre es Nimbus Dijo volviendo su cara con una leve sonrisa, mirando decidido a Metisno.

Metisno suspiraba de decepción al ver al chico marcharse, pensando en como debería decir las cosas la próxima vez para que no ocurriese lo mismo que en Rodorio y que ahora ocurría en Roma, pero El chico de repente dejó de caminar y volteo a ver a Metisno diciéndole que lo acompañase que quería enseñarle algo, Metisno comenzó a caminar con el chico, quien se volteo y dijo su verdadero nombre, Nimbus no parecía muy confiado al principio de lo que decía Metisno sin embargo de alguna manera cedió a alargar la platica, el peliazul no estaba seguro de lo que le enseñaría Nimbus o de a que lugar se dirigían exactamente pero tenía un buen presentimiento...

)-Parece que por fin algo va a salir bien, veremos en que termina esto-(

Pensaba Metisno mientras continuaba caminando hacia el lugar al cual lo dirigía Nimbus...